Honduras amaneció con un toque de queda a lo largo y ancho de su territorio, uno más al historial de actividades ilegales del régimen militar. El desalojo de la manifestación pacífica que se concentraba en la embajada de Brasil a las 5:15 am que acompañaba al Presidente Constitucional, fue violento y persiguió por más de veinte cuadras a la redonda a los manifestantes que supieron resistir dignamente. La policía también se concentró en destruir vehículos automotores estacionados cerca de la manifestación, de tal manera que se siguen más los consejos de los asesores israelitas y se vulnera entonces la economía de los manifestantes.
Más de 200 detenidos en Tegucigalpa y varios centenares más en el resto del territorio nacional. La orden fue lanzada en todo el país, la represión fue brutal. Los golpes, los insultos y la guerra psicológica volvieron a ser parte de la estrategia de la policía.
Por la tarde la acción de la Resistencia en Tegucigalpa decidió realizar manifestaciones pacíficas en las colonias más populares de la capital. El golpe de estado llevó entonces la represión al domicilio de miles de capitalinos que se concentraban en sus barrios y colonias. Afortunadamente hacía cuatro semanas atrás las marchas pacíficas de la Resistencia habían atravesado decenas de colonias y habían logrado de ellas su apoyo e incorporación. El golpe de estado decide reprimir a domicilio; como quien busca polarizar intencionalmente la sociedad.
Por la noche una ciudad en llamas; disparos, fogatas, sirenas, gritos, heridos y probablemente muertos. La oligarquía ha cometido un nuevo y terrible error, ha logrado involucrar totalmente a los pobladores de la ciudad en la que se desarrollan sus principales batallas.
Reunidos en torno a una fogata, a la orilla de sus casas, los pobladores comentan lo que han vivido por más de ochenta días. Al parecer también el fuego de las barricas despierta el ánimo de la conversación, del análisis colectivo y de la creación de nuevas consignas y estrategias.
Al interno el golpismo pierde el poco apoyo que tenía, nadie acepta un país por cárcel, la comunidad internacional lo rechaza y al interno las facciones no lograr ponerse completamente de acuerdo. El tiempo en el “poder” resulta en el evitable deterioro.
La tensión hoy se concentra en la embajada de Brasil. La pregunta es ¿tan torpe es la oligarquía como para invadir una sede diplomática?
Las horas transcurren y el pueblo no duerme pensando en el Presidente Manuel Zelaya y en el futuro de la patria, a la vez que las manifestaciones que adquieren experiencia, se fortalecen aún más en la expetativa y se preparan para una nueva jornada.
¡Venceremos!
¡Necedad!
Más de 200 detenidos en Tegucigalpa y varios centenares más en el resto del territorio nacional. La orden fue lanzada en todo el país, la represión fue brutal. Los golpes, los insultos y la guerra psicológica volvieron a ser parte de la estrategia de la policía.
Por la tarde la acción de la Resistencia en Tegucigalpa decidió realizar manifestaciones pacíficas en las colonias más populares de la capital. El golpe de estado llevó entonces la represión al domicilio de miles de capitalinos que se concentraban en sus barrios y colonias. Afortunadamente hacía cuatro semanas atrás las marchas pacíficas de la Resistencia habían atravesado decenas de colonias y habían logrado de ellas su apoyo e incorporación. El golpe de estado decide reprimir a domicilio; como quien busca polarizar intencionalmente la sociedad.
Por la noche una ciudad en llamas; disparos, fogatas, sirenas, gritos, heridos y probablemente muertos. La oligarquía ha cometido un nuevo y terrible error, ha logrado involucrar totalmente a los pobladores de la ciudad en la que se desarrollan sus principales batallas.
Reunidos en torno a una fogata, a la orilla de sus casas, los pobladores comentan lo que han vivido por más de ochenta días. Al parecer también el fuego de las barricas despierta el ánimo de la conversación, del análisis colectivo y de la creación de nuevas consignas y estrategias.
Al interno el golpismo pierde el poco apoyo que tenía, nadie acepta un país por cárcel, la comunidad internacional lo rechaza y al interno las facciones no lograr ponerse completamente de acuerdo. El tiempo en el “poder” resulta en el evitable deterioro.
La tensión hoy se concentra en la embajada de Brasil. La pregunta es ¿tan torpe es la oligarquía como para invadir una sede diplomática?
Las horas transcurren y el pueblo no duerme pensando en el Presidente Manuel Zelaya y en el futuro de la patria, a la vez que las manifestaciones que adquieren experiencia, se fortalecen aún más en la expetativa y se preparan para una nueva jornada.
¡Venceremos!
¡Necedad!
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