lunes, 29 de junio de 2009

Un LLamado

Un llamado…

A las organizaciones civiles honradas, a los abogados honestos, a despojarse del miedo y a explicar a la ciudadanía que no hay ninguna forma de sucesión, ni de recomposición, ni de reordenamiento, ni de rencausamiento democrático alguno, que justifique la violencia de un Golpe de Estado. No tiene ningún otro nombre.

La doctrina del derecho tiene principios universales, aunque expresados de modo distinto. Esta universalidad es lo que ha permitido reconocer, de inmediato, ante el mundo, que lo ocurrido en Honduras es una franca irrupción del orden constitucional y democrático, de apariencia cívica y de ejecución militar, explicada en un enmarañado jurídico.

Es ese reconocimiento el que ha llevado a condenar este acto, como un golpe de estado, en forma expresa y contundente, a la ONU, la OEA, el ALBA, Unasur, Caricom, Petrocaribe, Petrosur, Grupo de Río; a los gobiernos de Los Estados Unidos, México, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Cuba, Ecuador, Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay, Bolivia, Brasil, Venezuela, España, Alemania, Francia, Reino Unido, República Checa y toda la Unión Europea. Honduras no puede recusarse al derecho internacional, base sobre la que hemos constituido una normativa de convivencia armónica y de búsqueda de desarrollo conjunto para la civilización humana. La Constitución hondureña declara la superioridad de los tratados y los acuerdos internacionales firmados por Honduras, en lo no precisado constitucionalmente, y pasan a convertirse en derecho interno.

El golpe de estado en Honduras representa, en este momento de grave crisis mundial, una ofensiva vuelta de espaldas al mundo en sus intentos por superar la desestabilización, producida por el arbitrario desorden económico mundial, que precariza las posibilidades de una mejor vida y el desarrollo de todos los seres humanos. Irruptores, no intenten resolver un error que, por ser de ustedes, no es menos error.

Nadie debiera burlarse, ni alegrarse, de este hecho de brutal violencia que produce la desestabilización de la vida cotidiana de todas y de todos los hondureños. Esto no es sólo una agresión contra el Presidente Manuel Zelaya, es un atentado a la vida de las personas y al derecho a preservar una imagen digna. Hiere la débil democracia y la constitucionalidad que han venido defendiendo. No confundan la defensa política de un presidente liberal, es la defensa de la persona humana, que lo incluye a él, y a ustedes; de la institucionalidad que el representa y de los principios democráticos que hemos acordado, y que ustedes se han tomado el derecho de arrebatárnoslos.

Esta es una afrenta dolorosa y equívoca para nuestros hijos/as y sus hijos/as. Nos los sometan a esta confusa realidad incomprensible para ellos/as. Desistan cuanto antes, de manera honorable, y reconozcan que se equivocaron. Despréndanse del temor y del odio que les hace reaccionar con brutalidad primitiva contra su propio pueblo. Al que dicen representar. Aunque tengamos profundas diferencias en nuestras ideas -como es común en la diversidad de los seres humanos-, ninguna razón es válida para traicionar nuestra escasa forma de vida democrática y convertirnos en el ejemplo vergonzoso de incivilidad, encabezado por un fallido liderazgo político y social, de borrosa reflexión científica y doctrinaria, con la que hoy exhiben a nuestro país.

Hoy, mañana, tarde o temprano, esta situación será superada, no se expongan a la ignominia y a la indignidad de vivir marcados por la traición. No aíslen más del mundo a esta nación empobrecida y apartada, por siglos, del camino al desarrollo. No la humillen más.

Un llamado al Comisionado Nacional de los Derechos Humanos a rectificar su conducta, a retomar el camino heroico que lo llevó a ganar el cariño y el reconocimiento de la comunidad internacional; a abandonar la burla y el desprecio por sus hermanos/as hondureños. Y a no continuar alejándose de su verdadero compromiso con la defensa absoluta de nuestras vidas y la integridad física y sicológica de todos/as; con la institucionalidad; con la democracia; con los derechos humanos, civiles políticos de todas y de todos los hondureños. A cumplir con su irrestricta tarea de garantizar la vida, la seguridad y los derechos inviolables de todas las personas detenidas, o secuestradas, y reducidas a indefensión a raíz de este golpe de estado. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ya ha condenado este golpe de estado y lo propio ha hecho el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

A todos las y los trabajadores de los derechos humanos, a no apartarse de los principios esenciales de los derechos humanos y a no contaminarse con sesgos políticos o personalistas. Y a manifestarse por la restauración del orden democrático e institucional y el restablecimiento inmediato de los derechos que nos han sido conculcados. A las mujeres, a defender sin recelo, a las mujeres agredidas.

A los medios de comunicación, a cumplir con su verdadera misión de garantizar la información y la comunicación como derecho. A sobreponerse al descontento o a la antipatía que puedan tener por el presidente Zelaya y sus acciones, sea que las consideren errores o aciertos. Este es el papel de ustedes. A defender a sus compañeros periodistas, sin distinción, que han sido expulsados y reprimidos por discordar de las ideas predominantes.

El llamado juicioso a la iglesia, sacerdotes y pastores evangélicos a no persistir en la arbitrariedad de convocar a una paz imposible de ser sostenida sin justicia. Este no es el camino. Las contradicciones ideológicas y las diferencias de pensamiento no deben oscurecer las vías de fraternización y de la paz. Y la paz, no puede imponerse por un pensamiento pasivo y homogéneo que obligue a unos a someterse, silenciosos y humillados, irracionalmente al dominio de los otros/as.

Pedimos a las Iglesias, sacerdote y pastores para que no dejen silenciar su sabiduría. No les será posible continuar viviendo con el grito acallado de sus conciencias. El profeta que sentenciaba la caída de un congreso corrupto, ahora se alía a las tinieblas, cambia el escenario de su profecía y unge al rey. Deténganse, o Dios apartará sus ojos, de ustedes. Decía entonces el profeta.

Al Colegio de Abogados, a rescatar la doctrina democrática y la civilidad jurídica.

Al gobierno de los Estados Unidos, a demostrar su real vocación de liderazgo democrático global, contribuyendo a promover el auxilio mundial para que Honduras retorne, de inmediato, al orden jurídico y a abrirse nuevas posibilidades de paz interna.

Diana Canales
Mujer Ciudadana
Caminante –por opción personal-
en la libertad y la justicia.

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